Hablaba en otra entrada de los brochazos de Goya para pintar la Luna. Seguimos en la obra Aquelarre de Francisco de Goya pintado en el año 1798, y ahora vamos a ver de qué manera pintó unos niños ahorcados en un palo.
La fuerza del brochazo simple y directo, otra vez en una obra muy dura de demonios, de brujas y brujos, de magia y superstición, de un Goya que en ese tiempos estaba trabajando en Los Caprichos.
Hay que entender que lo que vemos en la imagen lo observamos a un tamaño superior al real en el cuadro, pues cada niño pintado aquí no medirá ni dos centímetros de altura.