27.12.24

Un árbol aragonés con rasmia histórica


Dos mil años, varias guerras, sequías y remojadas, mociones y sucesiones la contemplan.

Fueros, constituciones, pronunciamientos y trincheras. 

Y nunca tan distinguida y viva como acariciada por Rosa.

Formó parte de la continuidad de árboles por los que podía saltar una ardilla entre Canfranc y Gibraltar. 

Hoy molesta y empaña la perspectiva, convertida en el cercado mineral de los nuevos gigantes y molinos.

A Aragón que la ha santificado, parece molestarle.

Que la conviertan en el Coro de la Seo o en un laúd que baje el vino de Marcial hasta Tarraco.

 Que la boten de allí por faltarle interés general. 

Que cualquier vector de cobre le sea preferente.


Nota.: La autora es Rosa Anía