Debemos restarle importancia el ARTE y solo así lograremos disfrutarlo, que es para lo que se crea. Y esto es ahora y siempre, y es lo que le da valor.
No es posible juzgar el ARTE desde el punto de vista de la calidad pues precisamente esa pretendida calidad a veces destroza el ARTE hasta convertirlo en artesanía.
Cuando visitamos museos observamos ejemplos que nos gustan y otros que nos desagradan, igual que cuando paseamos por la vida. Todo de pende de nosotros mismos, de nuestras decisiones.
Es imposible respondernos a la duda de cual es el motivo que lleva a unas obras hasta permanecer siglos entre nosotros colgadas en los almacenes de la contemplación y en cambio la inmensa mayoría se pierden definitivamente.
Alguien las selecciona por nosotros. Y no sabemos si lo que se pierde nos podría gustar y por ello tener un buen valor para nosotros.
Efectivamente, a veces por motivos mercantiles, otras por gusto, las más por originalidad e innovación, otras por representar una tendencia o ser parte de una familia de idioma artístico. Así que debemos crear nuestros gustos y ser fieles a ellos. Como en casi todo, nuestra decisión es la buena.
Pero si nos dedicamos a rebuscar entre ARTE alejado de nuestra zona física de influencia vemos que se debería multiplicar por mil el tamaño de los museos si pretendiéramos que nos mostraran una selección de todo lo que se hace en el mundo del ARTE.
La obra que muestro es de Robert Rauschenberg titulada “Pilgrim (Peregrino)” y realizada en el año 1960.