16.9.24

Goya en la Cartuja de Aula Dei de Zaragoza

Las pinturas murales de Francisco de Goya en la Cartuja de Aula Dei son unas grandes desconocidas para el público en general, y muy poco fotografiadas al detalle. Esta obra, "El nacimiento de la Virgen" de casi ocho metros de larga, y pintada en el año 1774 con un Goya que no llegaba a los 30 años de edad, es un ejemplo de esto.

Pintada al óleo sobre yeso, al fresco, vemos en su zona central a varias mujeres cuidando de la niña recién nacida que está alumbrada por un rayo que viene desde el Cielo, anunciando que no es una niña como las demás.

A su lado y observando vemos a San Joaquín con un bastón, mientras que a la derecha vemos a otro grupo de personajes en donde está Santa Ana. 

Esta zona no es de Goya, pues la obra original se perdió y fue restaurada por los Hermanos Buffet

Es una de las 11 obras de Goya que se pueden admirar en la Cartuja de Aula Dei, cerca de Zaragoza.



9.9.24

¿Es Arte una estampilla religiosa?


El Arte va muy unido a las diferentes Culturas. Si vemos un gran fresco sobre las paredes de una gran iglesia católica u ortodoxa nos asombra y enseguida decimos que aquello es Arte. Por ejemplo en el interior de la iglesia de San Antonio de los Alemanes en Madrid o en monasterios de Rumanía.

Pero si vemos una representación religiosa hecha para los pobres, para las gentes que no solían ir a iglesias tan artísticamente decoradas, nos entra la duda de si aquello que vemos es realmente Arte.

Esta imagen que vemos arriba, una estampilla de las que se entregaban a principios del siglo XX y hasta bien entrados en su segunda mitad, e impresa en huecograbado con hilo de oro en sus bordes, es un ejemplo de esas dudas de calificación artística.

Representa a un santo no muy conocido en España, San Pompilio María Pirrotti, fundador de los Pompilianos que tienen varias escuelas por toda España. Un escolapio italiano que en el estampa nos muestra diversas escenas de su trabajo. 

Seguidor de San José de Calasanz tomó los hábitos con 17 años y siempre predicó por Italia, pero eso ya no entra aquí, en donde hablamos de Arte. 

Y aquí estoy pues, mostrando una opción más, de Arte casi diminuto. Una estampita del tamaño de una tarjeta y que previsiblemente llevarían en su carteras personas de la calle en esos principios de siglo XX. 

La encontré en el interior de un libro de segunda mano y estoy seguro que se destinó para rezar y para creer en ella como si fuera una obra mucho mayor. 

Una obra de cualquier tamaño o técnica es Arte, si nos produce y provoca algo que no es sencillo de explicar. Y no es necesario que lo acepte así todo el mundo, pues la subjetividad de cada obra hace que para unos sí y para otros no, mientras la obra permanece inalterable.

No opina la protagonista,  pues las obras de Arte no hablan por ellas mismas. Al menos de momento.

Le Triomphe du surréalisme, de Max Ernst


Figura fundamental del surrealismo, el alemán Max Ernst hizo esta obra en el año 1937, titulada "Le Triomphe du surréalisme"

Inventor del "Frottage" que es un sistema muy sencillo y casi infantil de crear dibujos a base de frotar con lápiz sobre un papel puesto encima de un objeto y que todos hemos realizado de niños.

Hay que entender que estamos hablando del año 1925, y que lo que hoy vemos común, en aquellos años era una novedad. Como el posterior sistema del "Grattge" o Raspado sobre obras ya terminadas y secas (o no) y que crean texturas interesantes en los surrealismos.

La macla de estos diversos sistemas pospictóricos, que mantienen parte de sus estructuras pictóricas clásicas y mezclándose todas ellas, logran unos resultados interesantes y a veces originales.

Rosalía Banet y su obra Coaltlicue


Esta obra se titula Coaltlicue, realizada por la artista gallega Rosalía Banet para la Galería Rafael Pérez Hernando y expuesta en ArteSantander

2.9.24

¿Cómo tendrían que ser los Museos en el siglo XXI?


Tendríamos que empezar a pensar y repensar qué futuro les queda a los Museos, a los grandes museos que están en las ciudades más turísticas. Se puede morir de éxito y de hecho se están muriendo de abuso y de magnitud, de un exceso de visitantes que a veces no van más que a poder decir que han estado.

El Arte no interesa en masa, lo sabemos y con tristeza lo admitimos. Esta semana en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza, viendo obras de primeras firmas, estábamos mi esposa y yo por la mañana. Solos. A su vez estoy seguro pues soy asiduo, en el Reina Sofía de Madrid y a finales de agosto, habría cientos de visitantes, como poco. Las filas del Museo del Prado o del MoMA son a veces curiosas de observar.

Las obras son de los mismos artistas muy reconocidos. Incluso en el caso de Zaragoza y para los zaragozanos, suelen ser exposiciones temporales en donde ver Picasso o Dalí, o Tapies o Viola, no es lo habitual sino lo magníficamente elegido.

Ni los Museos del siglo XXI pueden ser almacenes de obras, ni deben ser lugares para los turistas como si fuera visitar un castillo o unas calles llenas de bares. Un Museo debe ser un espacio de estudio, de análisis, de reflexión, de formación y de sensibilidad.

De entrada hay que intentar que haya más museos y más pequeños, para que las obras no colapsen los edificios actuales, para que haya espacio vacío entre obras, para esponjar los montajes y que estos hablan desde el espacio sin nada, y no desde sus compañeros de medio metro de distancia.

Hay que potenciar las exposiciones temporales incluso con los fondos de los museos, pero creando historias con esos fondos, no poniendo un cuadro al lado del otro. 

Una obra puede y debe ser el comienzo de una historia que hoy con las técnicas que tenemos se puede acompañar de muchas variables visuales, sonoras o de montaje añadido.

Si mostramos "La Rendición de Breda" de Diego Velázquez, lo absurdo es mostrar el cuadro colgado en la pared junto a otros del mismo autor. Es no darle valor ni a la obra ni al momento, ni al artista. Hoy es posible acompañar ese cuadro fundamental en la historia artística española, de por ejemplos vestidos de la época y armas que vemos en el cuadro. De imágenes impresas a tamaño grande mostrando el lugar en la actualidad, y hablar de Calderón de la Barca y su obra "El Sitio de Breda" o hablar de la época de Felipe IV para entender el motivo del encargo de esta obra.

Habría que explicar qué personajes vemos en la obra, quien es quien y qué representan, como un ejercicio pedagógico amplio con un solo cuadro.

¿Dónde? Pues desde luego…, dentro del Museo del Prado… NO. 

Pero por ejemplo en el Palacio de Velázquez del Retiro es un buen lugar público. Me lo he puesto a huevo.

Es un ejemplo, fácil, sencillo, en el que planteo que hoy los Museos (otra vez en mayúsculas) deben empezar a explorar otras formas de mostrar. De interactuar con los espectadores, sean niños o adultos, españoles o chinos. 

Los Museos deben huir de la turismofobia, pero sin dar la espalda al turismo. Simplemente hay que crear otra forma de hacer turismo, de enganchar al turista, que casi siempre es una persona con tiempo libre, dineros, y ganas de aprender y conocer.


Al espectador, además de ver la totalidad de un cuadro muy famoso y quedarse con el conjunto, hay que mostrarle detalles que le ayuden a entender todo aquello. ¿Por qué hay personajes que nos miran, que parecen observar al espectador? ¿Qué el la hoja blanca del suelo a la derecha de la obra, en donde no pone nada? ¿Por qué se pintó la cuerda de la llave después de cuadro, y deja trasparentar la espada de un soldado? ¿Qué significado tiene la enorme diferencia de lanzas entre el lado derecho del lado izquierda? ¿Quien es más alto y por qué, el que recibe o el que entrega la llave? ¿El gesto de quien recibe la llave cogiendo del brazo a quien la entrega quiere decir algo?