27.7.24

París supo jugar con su río Sena y ofrecer un gran espectáculo para el televidente


Cualquier gran acto multitudinario de inauguración o clausura deportiva o similar, se convierte en un espectáculo artístico de masas en donde parece cada vez más complicado innovar y sorprender. La inauguración de los Juegos Olímpicos en París lo ha conseguido.

No ha sido un espectáculo teatral, musical o luminoso para los espectadores, sino para los telespectadores, y ese es posiblemente el primer gran cambio que llevaba años fraguándose y que por fin se ha decidido apostar principalmente. 

Ya no se crea todo el conjunto de la obra para quien está allí como espectador, sino para quien está en su casa observando lo que le muestran, como si fuera una obra cinematográfica. Eso tienen sus peligros y modos, y aunque París lo hizo muy bien, a veces faltaron ritmos, sobraron tiempos, hubo un exceso de cortes de escenas demasiado rápidos.

Otro gran descubrimiento fue presentar a todo el mundo al Sena como río que se puede convertir en una gran Avenida Urbana. Todos hemos visto desde hace muchos años que las grandes calles de las ciudades, las más populares y conocidas, se utilizan para demostraciones festivas.

Pero los ríos casi siempre han permanecido escondidos, a veces incluso en algunas ciudades como si fueran las cloacas de la ciudad. Y eso ha cambiado, y posiblemente tras esta demostración, vemos cambios más importantes.

Un río tiene unos componentes de uso artístico muy interesantes, como un enorme circo romano, un coliseo con dos aceras, que permite en sus distancias jugar con los espectáculos clásicos, modernizándolos con toda la imaginación del mundo, utilizando precisamente su trazado y su tamaño. Y sus puentes como lugares de recorte, de división. 

Casi siempre además junto a las orillas de los ríos están los iconos de las ciudades, algunos de sus edificios más reconocidos. Otros iconos complementarios.