Nadie nace sabiendo algo, de hecho nacemos sin saber ni comer. Los instintos nos mueven. Dibujar o pintar se practica desde muy niños y se va aprendiendo, mejorando tirando papeles.
Esta es una de mis primeras obras manchadas. De hace entre 40 y 50 años de aquello. No la tengo yo, la conservan unos amigos. Hoy estaría en el trastero pero mis amigos la tienen colgada. Ya he dicho que son amigos.
Siempre he pintado mal, pero siempre me ha servido para pasarlo bien. Para tocar pintura y pinceles, para oler, para distinguir colores y texturas. Para intentar aprender.
Con esto quiero decir que pintar se aprende. Y que incluso nosotros mismos vamos viendo los cambios.
Y que el Arte, en cualquiera de sus vertientes, sirve para gozar. Para disfrutar haciéndolo y para disfrutar simplemente viéndolo.
Este cuadro no, ya lo sé. Pero me da igual, con saber que unos amigos lo tienen colgado ya me hace disfrutar.
Pero de todas las formas, no debemos darle mucha importancia al Arte, más allá de que sirve para disfrutar. Que no es poco. Pero para ello no es necesario que todos seamos ni Goya ni Viola. Con jugar con los colores es suficiente para sentirnos bien.