Nos han querido mostrar siempre el Apocalipsis como algo surrealista, casi imposible, como la suma de todos los males imaginables en cada momento. Si en el siglo XXI nos preguntaran por el Apocalipsis no seríamos capaces de imaginarnos el que vemos en este facsímil flamenco del siglo XV.
Cuando el mundo estaba descubriendo América, la religiones nos planteaban estos Apocalipsis. Hoy sabemos que es más lógico suponer que serán como en Gaza, como en Ucrania, que no vendrán monstruos de siete cabezas vomitando fuegos artificiales. Que los que nos pueden matar en el Apocalipsis vendrán con fuego, es verdad, vendrán desde el aire, es también cierto, pero serán bombas lanzadas desde drones que habrán fabricado otros humanos.