Un artista callejero es mucho más que una persona que hace arte desde la calle, es también un osado pues no es sencillo salir al espacio común posiblemente de tu propia ciudad, a trabajar, a crear, a dejarte ver. No estás creando una gran obra sino habitualmente una obra pequeña.
Ejemplos conocidos lo tenemos en Antonio López en España, pero este que vemos es en Alemania, en la ciudad de Munich. Un joven dibujando, bocetando tal vez una calle, unos edificios.
Cualquiera podría (podríamos) pensar que simplemente haciendo una fotografía debería ser más que suficiente, para captar el edificio inerte. Pero una obra de arte es mucho más, es sobre todo creación.
Se intenta captar la luz, el ambiente, las sombras, y se inventan aquellas que en ese momento se desea transmitir. No todo el boceto será tal y como es, sino como quiera el artista que sea. Y eso, ya en casa y delante de una fotografía inerte, es mucho más complicado de lograr, pues el ambiente afecta.
El artista necesita sentir una motivación especial que solo te lo da el instante de estar "allí". No solo influye lo que ves, sino también el olor o el sabor de la escena, de los transeúntes que pasan y no se quiere reflejar.
Y no tiene que estar peleado el hecho de estar allí bocetando un espacio, con el de fotografiar ese mismo espacio varias veces, y luego en tu mesa de trabajo pulir, decidir, seleccionar con qué te quedas para tu obra final.
Sin contar algo imprescindible en el mundo de las sensaciones. No es lo mismo quedarte con un segundo en una fotografía, que quedarte con varias horas contemplando la escena y que se queda en un dibujo a lápiz o pluma. También el artista debe y quiere disfrutar con cada trabajo que hace.