Seguimos necesitando el expresarnos de las mejores maneras que cada uno puede o sabe. Y algunos simplemente necesitamos hacerlo con los trazos, con la fotografía, con el color o con textos. No somos muy diferentes a otros, utilizamos distintas herramientas, o simplemente es que tenemos una necesidad mayor de vaciar nuestra cabeza.
De vaciarla para enseguida empezar a volverla a llenar. No conozco a ningún artista que se vacíe de forma completa nunca. Se vacía porque ya tiene otro huevo rumiando en su interior y que quiere salir.
En cambio sí conozco a varios artistas algo escondidos, y que pocas personas saben a qué se dedican con sus tiempos más válidos, o con qué disfrutan cuando están en silencio. Se les nota pues casi siempre dicen de ellos/nosotros que somos raros o literalmente algo locos.
Si no estuvierámos algo diferentes al resto, nunca seríamos capaces de abstraernos de la realidad, que suele ser además de aburrida y sucia, repetitiva y peligrosa. El Arte también es repetitivo, llevamos 30.000 años haciendo casi lo mismo, pero al menos no somos peligrosos.
Os juro que esta mesa es la mía en estos momentos. Me la han pillado mis hijos de forma asquerosamente sin preguntar. Es una muestra clara y contundente que soy muy peligroso. Sí, para mí mismo.