A veces el Arte es algo ten sencillo de comprender como dejarte envolver, y de eso entendían desde hace muchos siglos las personas que hacían el marketing de las religiones. Daría igual de qué religión hablamos.
Sabían crear espacios enormes, con unos techos altísimos en donde ver reflejado el cielo, con estructuras que envolvían y envuelven a los feligreses, muchas veces en forma de Cruz para que tengamos claro el símbolo, y con una mirada obligatoria en cuanto entraban en esos espacios. El Altar Mayor o el .
Todo se estructuraba en esa manera de sentirte pequeño, dentro de un espacio tremendamente grande y potente que te daba seguridad, que te acogía, que te daba seguridad.
Eran y son oscuros, para facilitar el recogimiento, la calma, el silencio, pues sencillamente se trataba de estar seguros pero callados. Admitiendo todo lo que pudiera venir. Y esto es así desde hace siglos, en muy diferentes culturas y religiones, lo que nos garantiza que es una arquitectura interior que funciona bien para lo que pretende.
El Mihrab o el Tabernáculo serían los altares hacia los que fijar las miradas en otras religiones diferentes a la cristiana.