Los números a veces son mucho más que simple números. Son también como pequeños fetiches, elementos que nos llegamos a creer son trasmisores de suerte o bichos numéricos que nos la quitan. Depende. Y no solo en sorteos, en rifas o en trampas, también en la vida común.
Hay personas que nunca vivirían en un edificio terminada su numeración en siete o en cuatro, y los demás no sabemos bien en qué se basan, pero es posible que ellos… pues eso, que ellos tampoco.
Os dejo un 389 simplemente porque me gustó. Que en estos tiempos, tampoco es poco. Hay muchas calles Carlos Gardel en el mundo, como es además lógico, pero en Buenos Aires hay un pasaje además de una calle, todo muy junto y cerca del Museo Casa de Carlos Gardel. Nunca sabremos si este número es de ese lugar, de esa calle.