Observar los restos de una vida es seguir sorprendiéndome con sus posibilidades.
Es un cadáver, lo sé, aunque también sé que no es un cuerpo y mucho menos el de un humano.
Pero son los restos de una vida y eso me lleva a la osadía de llamarlo cadáver.
Una flor seca es el rastro de la vida de esa flor cuando estaba viva.
Mantiene algunos colores, otros los ha perdido ya, y sus formas se han arrugado, pero mantiene su forma.
No sé si es todavía bella, tengo mis dudas.