Cualquier detalle de nada nos puede llamar la atención. Pero antes alguien ha decidido ponerlo a nuestro alcance visual. Y en esa decisión está el gusto, el arte sencillo de saber qué puede agradar a quien se siente en una mesa de una cafetería a tomar un copa.
Cuando comencé en esto de la fotografía recibí unos cursos de cine en donde de principio se nos explicaba lo que veíamos. Y hubo algo con lo que enseguida me quedé como curioso y que a veces pasa desapercibido.
En una escena cinematográfica, todo lo que vemos está allí porque alguien ha decidido que esté allí, para que tú lo veas. Nada es una casualidad, pues nada estaba allí antes de comenzar a rodar.
Lo que vemos es un escenario vacío que han ido llenando de elementos diversos bajo indicaciones de un buen número de responsables. Y que luego se retiran pues hay que volverlo a dejar vacío. Nada está allí, sin que antes alguien haya decidido que esté. Y que esté ese objeto y no otro.
Es una manera de llenar espacios, de crear ambientes, de hacernos creer que todo lo que vemos es real. Y eso mismo es el trabajo de la decoración, incluso en una mesa de una cafetería. Esta macetita no estaba encima de la mesa cuando se puso la mesa, y alguien ha decidido que esté. Parece una obviedad de tontos. Pero tal vez, piensa, puede que en esa decisión esté el gusto por agradar.