Tres colores, tres materiales, cuatro espacios, una manera de asomarse desde y hacia. Nada más. Es un simple golpe de vista.
Azul, amarillo y gris. Madera, piedra y cielo.
Hay más piedra en el encuadre, pero casi se ve más el cielo cuando en realidad ocupa menos espacios.
Una duda visual.
¿Es el color el responsable de esto, es por estar en el fondo, por no tener detalles y ser un color liso?
¿Por qué el cerebro ya da por hecho que es infinito el cielo?
Nuestro cerebro ve e interpreta según varios mecanismos que no siempre controlamos del todo. Y el Arte debe estar atado a esas opciones, conocerlas y dosificarlas o utilizarlas.
Sabemos de antes que el cielo es infinito, cierto, pero no sabemos el tamaño de la piedra o de la madera. Aunque nos lo imaginamos pequeño.
Vemos lo que sabemos que es normal ver, incluso si preguntáramos, muchos dirían que a la derecha, tras un poco más de piedra, volvería a aparecer otra pieza de madera. La estética que esperamos es esa precisamente.
Y siempre sospecharíamos que el cielo continuaría, que no quedaría cortado por otra piedra que encerraría como en una ventana al color azul.
Ajovín