Abro un nuevo capítulo en esta ventana dedicado a las Pieles, a los envoltorios de calle, a lo que realmente nos envuelve en nuestros caminos, en nuestra vida. No solo tenemos nuestra propia piel, está la de todos los demás, y también la que encierra los paisajes, los edificios, la que forma parte de nuestra ciudad, de las miradas más habituales.
Nadie se queda mirando su propia piel, y eso sucede a veces con la piel que tenemos muy a manos en nuestros paseos, en nuestras calles y plazas. A ellas les dedicaré de vez en cundo algunos brochazos fotográficos.
Esta piel con la que abro la serie es clásica, es fácil de adivinar por su diseño en triángulos. Está en Zaragoza y es curioso que esos triángulos estén colocados casi de forma aleatoria. No guardan un patrón claro, fácil. Incluso algunos están ya con los años doblados, heridos, y todos sucios de polvo y años.