Una parte importante de toda obra de arte son las texturas, las simulaciones casi siempre en plano, de relieves y volúmenes a base de crear texturas. Que por cierto pueden ser de muchos tipos y técnicas. Pero en su conjunto tratan de imitar la realidad, como poco engañando a la vista de quien contempla, aunque a veces se trabaja con texturas para imitar de la forma más real posible la propia textura de lo que se desea mostrar.
Hay que engañar aunque sea levemente, de que aquello que parece plano, en realidad es una representación de algo en relieve.
Según hemos ido avanzando con los siglos en opciones y herramientas, se han ido acompañando las representaciones artísticas con diversas maneras de crear texturas.
Hace siglos todo dependía de la habilidad del pintor, del escultor. Hacía rugosidades en casi un mismo plano, y en el caso de la escultura permitiendo en la imitación que fueran realmente texturas.
Hoy con todo muy evolucionado, las texturas pueden partir de herramientas digitales, pero hace unos pocos siglos, con los grabados sobre un papel totalmente plano, simular volúmenes con líneas siempre en blanco papel y tinta oscura, era complejo, era cuestión de saber dominar bien el grosor y la dirección de los trazos.
Un ejercicio que todos nosotros deberíamos hacer es tener una carta de texturas propias. Unas muestras de las texturas que nosotros sabemos y podemos crear, para tenerlas visualmente cerca, utilizar esas técnicas, modificarlas según las necesidades.
Un óleo o acrílicos mezclado con serrín, con arena de mar, con polvo de piedra, logra unas texturas muy distintas. La base se convierte así en un elemento que admite el color con su propia textura.
El uso de centenares de pinceles digitales, comprados, copiados o creados por nosotros en los programas de edición de imágenes, nos permiten no sola ya simular texturas de lienzos, de base o de lápices y pinceles, sino mezclarlos entre sí, con saturación diversa, opacidad entre ellos, tipo de mezcla de capas, etc.
Una acuarela juega con el agua para crear texturas, pero también las aguadas de tinta permiten técnicas muy similares en donde mezclamos medios líquidos con medios sólidos, como pueden ser rotuladores, pinceles o lápices.
Los mismos lápices de colores pueden ser acuarelables, y en esa opción lo pueden ser con diversas técnicas. Humedeciendo la pintura o en seco pintando sobre una base húmeda.
Los resultados sin diferentes y por eso es importante que conozcamos todas las opciones y tengamos nuestra propia Carta de Texturas para saber de qué manera se logran los efectos.
Cada soporte crea unos efectos diferentes, pero sobre cada soporte también cada medio de color actúa de modos distintos, y a su vez también cambian si interactúas sobre estas mezclas.
No es lo mismo —por poner un ejemplo sencillo— pintar con lápices acuarelables secos sobre un papel húmedo y sobre al que luego le pasamos la mano para difuminar; que hacer ese difuminado complementario con una esponja, un plástico fino arrugado, etc.
No queda igual una acuarela con mucha agua que con poca, sobre papel seco que sobre papel húmedo, sobre papel al que presionas o prensas casi en seco a si lo haces prensando en húmedo reciente.
Incluso tampoco es lo mismo una obra terminada sin añadirle nada más, que una obra a la que ya finalmente acabada le sumamos veladuras de color para lograr efectos diversos, para envejecer, para colorear suavemente, etc.
Esas veladuras también puedes ser texturizadas, aportar efecto de textura a la obra.