Hace ya 28 años que hice este cuadrito de un paisaje, por casi encargo, para un regalo en un pasillo de unos amigos. Una obra menor y alejada de lo que por entonces era mi pintura surrealista, pero que me permitía jugar con los colores y los pinceles, recreando paisajes bucólicos y falsos.
Recuperar la imagen me agrada por lo que tiene de personal, de recuerdo, de técnica sencilla o incluso "no técnica" simplemente realizado para disfrutar del tacto de la pintura y del olor del óleo.
Es posiblemente una de mis últimas obras realistas si se puede llamar así, a lo que es casi una obra naíf.