Miramos poco hacia arriba, cuando andamos o cuando navegamos por la vida. Casi siempre miramos solo al frente y si ya somos mayores tendemos a mirar más hacia el suelo, como buscando un trozo de tierra que nos pertenezca para caer.
Pero en las alturas de los edificios, sean de ladrillo o teóricos, siempre se esconde alguna nueva idea, una dimisión curiosa, una figura que no esperabas.