Una de las constantes de Francisco de Goya era su capacidad para caricaturizar rostros de personas, sin que perdieran su significado ni su composición real. Con cuatro rasgos en los dibujos o grabados, con cuatro pinceladas atrevidas, era capaz de contentar a sus clientes aunque quedaran claramente distorsionados. O no, pues tampoco podemos asegurar que aquellas caras de Reyes no fueran así de infantiles.
Os dejo un detalle de una persona a punto de morir en el garrote vil, en un grabado de los Desastres de la Guerra de Goya, en concreto el número 34.