Dentro de la religión católica es habitual en algunas zonas un uso excesivo del dolor de Cristo en la Pasión, para demostrar sus sufrimientos casi con un detalla que a veces roza lo inapropiada. Conservar piezas que con el paso de los años han quedado muy deterioradas es también una muestra que escapa del ejercicio de la oración, aunque el fervor no conoce tamaños.
Si se mezcla sangre con piezas ya en condiciones muy malas para ser conservadas, todo resulta como poco un ejemplo de esa Celtiberia que a veces criticamos.