He tenido relación con diversos artistas aragoneses en mi vida gráfica, y posiblemente con uno de los que más cerca estuve en tiempos pretéritos, cuando él empezaba a destacar con sus ilustraciones clásicas en un momento muy moderno, en donde sus trabajos eran maravillosamente una bocanada fresca, fue con Francisco Meléndez.
Francisco Meléndez es un ejemplo de valía artística y de tremendas ganas de estar aprendiendo siempre, muestra es lo rápido que supo hacerse un hueco en el mundo internacional desde su Zaragoza.
Sus trabajos no son meras ilustraciones, van muchas veces acompañados de sus propias caligrafías, de un cuidado control de las impresiones posteriores, de unos conjuntos agrupando sus obras, que cuentan historias clásicas como si estuviéramos observando trabajos de hace muchos siglos pero hechos en la actualidad.
Tras varios años de éxito —incluso creo que en los EEUU— decidió volver a su mundo interior y fabuloso —como sus obras de siempre— y se fue un tiempo a vivir en un monasterio, renunciando a su oficio y fundando una agrupación socio educativa que promueve el trabajo artístico entre niños y adolescentes.
En 2010 volvió a publicar un nuevo trabajo, ilustrando la obra de Mark Twain: Los diarios de Adán y Eva (Los libros del zorro rojo, 2010).
Os dejo arriba una sección de una obra suya compuesta por tres grabados, que me regaló en aquellos años de conversación y colaboración. Simplemente un genio.