20.11.22

El Arte y la Inteligencia Artificial, a la hora de crear obras nuevas


Esta obra podría parecer que es del letón y norteamericano Mark Rothko pero hay varias cosas que la diferencian. La principal es que no es de él, no está firmada por él sino por mi. No es una falsificación ni una copia, no vale nada, no tiene valor ni precio. 

No está pintada al óleo sino es una imagen digital. No tiene 3 metros de altura sino unos centímetros escasos. Sus colores son extraños, el verde no era de los habituales del pintor abstracto.

En realidad es una obra de Inteligencia Artificial ordenada por mi. Le he dicho a un programa de IA que me hiciera una obra que se pareciera a las que pintaba Mark Rothko pero en tonos verdes, y el programa me ha creado esto.

Una vez que la IA es capaz de obedecer a las órdenes de un ser humano y ponerse a trabajar, a crear, con arreglo a los parámetros que ya tiene asignados en sus memorias, el siguiente paso es dotarla de Inteligencia Artificial pero con capacidad de tomar iniciativa, y la siguiente sería dotarla también de Inteligencia Emocional.

La IA en el Arte —pero a su vez en todo lo que podamos imaginar— ya es capaz de tomar decisiones con arreglo a lo que observa. Si yo la programo para que cuando suceda algo, responda de una manera determinada, la IA lo hace sin dudar.

Es lo que por ejemplo ha hecho con este ejercicio. Cuando recibe la orden de hacer algo como Mark Rothko pero en tonos verdes, no se lo piensa, obedece. 

Si le digo que cuando detecte que 200 personas entre un millón de consumos o de transacciones entre 500.000 consumidores, me tiene que avisar para subir los precios, la IA lo hace sin problemas. Pero si solo detecta 198 no hace nada.

A partir de lo que vayamos imaginando, la IA es capaz de obedecer, simplemente si la sabemos programar para ello. Sería capaz de pintarme esta obrita en un lienzo de tres metros de altura, en óleo o en acrílicos, imitando los trazos y brochazos del artista original, e incluso darle una patina de betún de Judea diluido para simular unos años de antigüedad.

Incluso podría mientras la crea, ir elaborando una lista de posibles compradores e incluso el precio al que se podría vender el cuadro, con arreglo al poder económico de los posibles compradores. Y firmar la obra con el nombre del comprador, de Mark Rothko o de un marchante falso de Indonesia, según le plazca al que la está fabricando con ordenes de IA.