Poner lagartos en las iglesias, al menos en sus exteriores, resulta curioso pues el lagarto podría ser el semejante predecesor de los dragones contra los que muchos Santos peleaban. Sería tanto como colocar al enemigo al que hemos batido.
Esos dragones teóricos que vemos en las peleas con los Santos eran predecesores de los demonios, de los enemigos, de los contrarios, y verlos ahora en las iglesias resulta chocante si no entendemos el contexto.
Hay iglesias que colocan en su interior cocodrilos, caimanes o serpientes disecados, que parecen indicar el triunfo del Bien sobre el Mal que representan los reptiles.
Condenados a vivir pegados al suelo, a la tierra, los reptiles no tienen ninguna culpa, pero les ha tocado poner cara a los demonios. Recordemos que cuando en teoría se nos expulsa del Paraíso, el Mal se retrata en forma de serpiente, de otros reptil.