A las flores hay que dejarlas que se abran y se cierren. No debemos cortarlas para llevarlas a una sala, pues dejan de tener sentido. Se convierten en objetos muertos de colores.
A las flores hay que dejarlas jugar con el aire y con las distintas horas del día. Hay que mirarlas con el solo y con la noche. Y así las conseguimos comprender mejor. ¡¡Están vivas!!
Una flor abierta es una flor que quiere hablar en su idioma.