Todos somos copias de todos, nuestra piel es similar a la de los árboles, suave y con pelusa en los inicios y llena de granos casposos y con escamas mal cicatrizadas según los años nos van encorvando.
Todos somos copias de nosotros mismos, de vosotros, de los que ni conocemos. Pero no tiene que preocuparnos esto, pues incluso en esos casos tampoco nadie nos garantice que las copias se mantengan durante mucho tiempo.
Vamos cambiando, nos transformamos, y en poco tiempo ya no nos parecemos a los unos sino a los otros.