La calle no conoce a las personas, la calle nos convierte en muebles fijos o movibles.
La soledad de la calle siempre es muy dura y deja heridas internas de complicada solución.
Podríamos ser tú o yo, nunca lo podemos saber antes de llegar a ella.
No se trata de vernos reflejados, sino de verlos a ellos como personas similares a nosotros.