Una de las pocas obras artísticas por las que he cobrado unos ingresos directamente es este Cartel de Fiestas del Pilar de Zaragoza del año 1991. Es cierto que yo llevo desde los 14 años —y ya hace de eso 52— viviendo del Arte como oficio, pero no como vendedor de obras propias, sino trabajando por encargos.
Este Cartel de Fiestas de Zaragoza esconde dentro una pequeña historia curiosa cuando menos. Fue un trabajo que iba firmado por tres personas, José María de Miguel, Santi Gracia y yo Julio Puente. Luego las casualidades hizo que no siempre haya quedado reflejado así, aunque los tres cheques del Ayuntamiento fueran a estos nombres, que era como reflejaban el sobre cerrado y que fuimos los únicos que realmente quisimos presentarnos al concurso.
Incluso habría que nombrar aquí el trabajo sin recompensa del fotógrafo Ángel Duerto Riva que es quien hizo las diapositivas por encargo para el cartel. Creo que cobró unas cervezas por su trabajo mientras que los tres restantes nos repartimos 500.000 pesetas de entonces, pues fue el primer año en el que el premio había subido a esa cantidad. pero vayamos con las historietas de la obra.
Nunca nos habíamos presentado al concurso de carteles, pero nuestra experiencia en carteles era mucha pues por nuestras manos de forma indirecta pasaban todos los años cientos de carteles de todo tipo. Sabíamos qué funcionaba bien, éramos críticos desmedidos con los carteles ajenos y nos gustaban como elementos artísticos que servían para promocionar.
Así que en aquel 1991, con una Zaragoza que había visto iluminar sus zonas más turísticas y arreglar su Plaza del Pilar y su Puente de Piedra, había que buscar el tirón del momento, más para un trabajo que realizaba el propio Ayuntamiento de Zaragoza. Sabíamos que podría desear, y que promocionar las nuevas obras era un reclamo turístico pero a su vez interesante por el momento. Como se recibieron algunas críticas hay que decir con rotundidad que NUNCA recibimos indicaciones de nadie para hacer este cartel. Todo era idea nuestra sin ánimos de ningún tipo que no fuera ganar.
A las 6 de la mañana de un día laboral nos pusimos sobre la mesa trasparente de BrutScanner a mirar las diapositivas que nos habían llegado para el cartel, hechas por Ángel Duerto con las indicaciones de Santi Gracia, oscuras, nocturnas…, y no encajábamos ninguna idea que nos sirviera mucho para un cartel. Ninguna de las dos imágenes seleccionadas era por sí sola capaz de ofrecer una mirada diferente a la realidad, atractiva y capaz de resultar llamativa para un cartel de Fiestas del Pilar.
Así que optamos por un clásico. Dividimos verticalmente el espacio en tres zonas iguales, y entregamos uno al Pilar iluminado y dos al león de Zaragoza de Paco Rallo, del que viramos a rojos. Como estábamos trabajando en CMYK —pues en aquellos tiempos todavía Adobe no era capaz de mover y procesar imágenes de 70 x 100 a 300 p.p.p.— todo se hizo con máquinas de la marca Hell. Al león le quitamos el canal de cían y mantuvimos el amarillo, magenta y negro.
Ya teníamos el armazón del cartel. José María de Miguel y Julio Puente encajamos las piezas, elegimos entre varios tipos de letra antigua una que pareciera moderna siendo entre árabe y judía, que se leyera con cierta facilidad y que acompañara al cartel. A la tipografía había que dotarla de suaves tonos, y remarcarla en los textos pequeñas para que se leyera bien.
Una vez casi terminado Santi Gracia nos dijo que necesitaba meter casi como obligación a los cabezudos, pues eran de un amigo al que le debía ese detalle. Era sin duda el problema añadido a la obra. ¿Unos cabezudos en un cartel que era la suma de dos elementos urbanos y en esos momentos modernos?
Pero creo que aquella insistencia salvó al cartel. No podía ser un mero cartel turístico, y además contrapesaban el cartel, sus volúmenes de dos piezas que se nos iban hacia la izquierda. Costó un poco encontrarles a los cabezudos un encaje en el cartel ya casi terminado, pues eran realmente unos elementos desestabilizadores. Pero ese espacio y en pequeño nos salvó.
Visto desde la perspectiva de hoy tiene claros errores. No tiene ningún sentido que tapáramos la cara del león. Hay que entender que entonces no era posible —o no era sencillo sin que se notara— alargar los fondos, No teníamos ni más cielo por encima del león ni más piedra por debajo. Pero es imperdonable tapar los ojos al león. Y tengo mis dudas sobre la tipografía elegida, aunque fui el responsable.
La distorsión de El Pilar generó controversia, pero era original verlo entonces así, pues era muy complicado para todos los fotógrafos de entonces por las herramientas que teníamos el poderla hacer y en cambio era para nosotros muy sencillo.
Hay que recordar que estamos hablando de 1991, y que eran ya muchos años de carteles hechos de diseño y dibujo, y que la fotografía no se utilizaba, lo que enseguida llamó la atención del jurado según se nos comentó después. El cartel había que entregarlo terminado en un tamaño de 70 x 100, hoy ya eso está olvidado. Ese tamaño dificultaba mucho el poder entregar originales de calidad.
La tarde en que se decidió el premio no estábamos trabajando por los turnos, ni José María de Miguel al que localizaron, ni yo que estaba en el hospital. Así que algunos datos reales de las autorías no siempre han quedado bien reflejadas. Lo cierto es que los autores intelectuales fueron José María de Miguel y Julio Puente, las fotografías las hizo por encargo Ángel Duerto Riva, el que ayudó desde fuera fue Santi Gracia y hay un quinto elemento al que nunca se nombra que fue Paco Royo que era el hijo del otro socio de la empresa BrutScanner junto al padre de Santi y a José María de Miguel y Julio Puente, de cuyas instalaciones de todos nos servimos para darle forma a la idea.