Nos distribuimos como podemos, ocupando espacios en la vida que nos van dejando otros colegas de ocupación. No siempre el que finalmente tenemos que ocupar es el mejor, ni el que nos gustaría, pero debemos hacerlo nuestro y defenderlo. Si nos movemos de nuestro sitio, muchas veces lo que sucede es que otros vienen raudos y nos lo ocupan.
La vida es como el juego de las sillas, en donde quedarte sin sitio no es quedarte de pie, sino quedarte al intemperie. Y hace frío, mucho frío.