Era 1990 cuando comencé a explorar ideas surrealistas propias, a trabajar sobre conceptos de doble mirada, de dobles opciones en la vida y ante la vida. Y a jugar un poco con los conceptos antagónicos. Vida o muerte, guerra y paz, diálogo o pelea o ruptura, etc.
Escondiendo uno y dando importancia al otro, pero manteniendo ambos en las mismas obras, casi en igualdad de opciones para que el espectador eligiera según el momento. ¿Dónde se escodne la vedad, arriba o abajo?
Este cuadro debe ser de los segundos o terceros intentos, pues empecé con obras que veremos en otros momentos, más imposibles todavía, mas surrealistas clásicas si cabe, espaciales o irreales.
No realicé más de una decenas de estas obras, de las que guardo un cariñoso recuerdo por el tiempo en el que las hice, y también por lo convencido que me dejaron, abriendo una nueva etapa en la pintura, que llevaba unos años abandonada.
La vorágine de mi trabajo ajeno a la pintura me llevó a abandonar estos experimentos iniciales, que se quedaron en eso, en muestras bocetadas, algunas con mejor tipo pero que todavía aguantan bien el paso del tiempo.