Dominar el brochazo o las pinceladas gruesas en pintura es una manera de dominar la mirada, la mano y el cerebro. Es conseguir que lo que vemos lo podemos transmitir con golpes de mano.
Y a partir de allí, si nos entrenamos y tenemos una mirada un tanto especial, podemos ampliar nuestra pincelada, y con ello lograr efectos que nos van a sorprender por la esquematización de lo conseguido.
Es como si pudiéramos ampliar a un x20 ó x50 unas pinceladas habituales y normales, que se muestran casi desproporcionadas, cuando el artista simplemente las imagina con la mayor naturalidad.
Tiene sus técnicas, sus efectos visuales que en algunos aspectos se asemejan al puntillismo antiguo pero jugando a deformar las manchas de color, y a jugar con los detalles en aquellas partes en las que sin ellos nada tendría sentido, como en los retratos son los ojos, la boca y la nariz.
Es una técnica que solo se aprende practicando y equivocándose. Usando la pincelada gruesa y aprendiendo a mirar a corta distancia como si observaras al menos a dos metros del lienzo.