Yo soñé el otro día que me quería. Y es que uno tiene sus manías, y una de ella es intentar soñar todos los días un poco para espantar los murciélagos de mi ventana o para lanzar al viento los malos pensamientos.
Sirve el pensar en positivo, porque todo lo que sea dormitar y soñar —sobre todo si es en positivo— sirve para luchar contra los malos pensamientos.
Yo soñé que me quería a mí mismo por si acaso, ya que como está tan caro el amor ajeno es mucho más cómodo ir añadiendo por la noches un poco de amor propio para ir por la vida con buena cara.
Y al levantarme, efectivamente, me quería un poco más que el día anterior. Soñar funciona.