Los café de media mañana son un lujo exquisito que no deberíamos perder. Es mucho más que un café, que una parada, que una alimentación para recoger energías. Es sobre todo un intercambio de miradas, de palabras, de ideas, de sensaciones matinales. Es un tiempo muerto, muy vivo. Es complicado tomarse un café de las 11 solo, pues lo habitual es que en esos casos simplemente no se tome, así que sí, un café a media mañana es un lujo social a mantener.
Yo tardé 55 años en descubrirlo y me he perdido más de media vida, pues recarga pilas, pero sobre todo encienda miradas.