En las simples basuras se esconden más basuras. Detalles que no dicen nada, simulacros de ascos, detalles que nunca contemplamos. ¿Y para qué sirven estos pingajos? Precisamente para nada, eso es lo hermoso, otro elementos más, que tampoco sirve para nada. ¿Cuántos van en el día de hoy?
Lo curioso es que esta mierda existe, está en una calle céntrica de Madrid, y nadie se queda mirando sus texturas. Efectivamente, no hay que mirarlas, son mierdas, pero existen. Y ahora las estamos mirando.
Casi nunca menos… ha logrado algo. Aunque haya sido una simple mirada.