Incluso con aquello que pisan constantemente, puedes crear algo bello. Todo es cuestión de volverlo a mirar y de encontrarle el punto distinto en el que lo habitual se convierte en diferente.
Esta es una baldosa de la Estación Delicias de Zaragoza. Una vez que se explica qué es, pierde todo su encanto posible.
Efectivamente, nunca la he arrancado, no vaya a ser que alguien se ponga a buscar el hueco y me encuentren a mí y mis mierdas.