En mi pueblo familiar se llamaban picarazas, luego supe que eran más bien urracas, y unas aves muy inteligentes aunque parezcan feas y no para fiarse de ellas. Yo en mi barrio tengo muchas y las vigilo a medias, pues ellas también me vigilan a mí, jugando a escondidas ambos, mientras les dejo comida en unos platos de plástico, aunque es comida para todas las aves que quieran pasar por allí.
Les coloco diversas semillas, maíz, girasol, calabaza, cáñamo o alpiste, además de migas de pan duro. Las palomas y los gorriones también conocen el lugar, pero acuden menos pues las picarazas no les dejan.
Las puñeteras se dejan los pocos gránulos de pienso compuesto que llevan las bolsas de comida para pájaros. Los frutos secos y dulces sí les gustan pero las bolas de pienso no.