El hiperrealismo en pintura tiene pocos artistas que lo abracen como una técnica habitual por su complejidad, su alta carga de trabajo, y por tener que pelear con la fotografía tan rápida y sencilla de lograr. Pero la pintura es otra forma de expresión, tiene su propio idioma de hablar y de trabajar y el pintor zaragozano afincado en Madrid: José Miguel Palacio lo sabe bien pues le encanta trabajar la realidad pero a su vez los reflejos, los brillos, las luces que coloca donde él quiere.
Pasó del surrealismo —que también a veces es superrealista— para tras navegar algo por la escultura y el grabado caer en manos de este hiperrealismo madrileño de las calles llenas de todo. Pinturas llenas de ruido, de carteles, de barullos, de caos a veces, de decenas y decenas de detalles.
Partiendo de fotografías, compone escenas como si de una obra teatral fuera, para ir colocando con calma cada elemento de una pintura que nunca se puede fotografiar, pues nunca ha existido en realidad hasta que José Miguel Palacio la ha construido.