Estar absorto en tiempos de pandemia tiene su punto interesante. Te intentas olvidar de las penurias posibles, de los miedos si los llevas encima, de los temores a los contagios. Lo malo es si te pones a mirar datos, quejas o noticias del asunto.
Vivimos escondidos en mascarillas, escondidos detrás de las pantallas del teléfono, escondidos de la vida real. Y vamos multiplicando esas formas de comportamiento escondido. Y nos estamos acostumbrando de forma incluso alegre.