De acuerdo, el Arte Moderno no gusta a todo el mundo. Le sucede como al vino o a las ostras, al caviar o al whisky. Estoy de acuerdo y lo acepto, incluso lo pone en valor, es necesario que no guste para que se note a quien le gusta. Lo peor sería que pasara desapercibido. Pero el Arte Moderno es fruto de nuestro tiempo, de nuestro momento vital. No sé si dentro de unos siglos será explicado, comprendido o producirá sonrisas. Pero es parte de nuestro camino por la vida.
La viñeta que vemos arriba se publicó en el diario El País