Totalmente atravesado ante mi mirada, me retuvo unos instantes y aunque le pregunté el motivo de su fija mirada, no me quiso responder. Igual sería por ser un madero.
Aun con todas, lo pillé desprevenido y me lo sustraje con la mirada de un tipo resuelto, tras plantarle cara, por si se me volvía y me arreaba.
Un madero de colores puede ser capaz de cualquier cosa con tal de seguir sobresaliendo ante tanto gris.