Mi experiencia como enfermera me dice que no existen enfermedades sino personas que padecen enfermedades. Las necesidades y vivencias cambian dependiendo de la relaciòn que tengamos con ellas. Tuve la oportunidad de realizar uno de mis retratos internos a Pedro, haciendo visible su relación con "La Bestia" (así es como llaman a este dolor los que sufren Cefaleas en Racimos - CR).
Una vez más, el arte nos brindó una reflexiòn y un aprendizaje: "Definiría mi lucha como una montaña con dos caminos: uno que sube y otro que baja".
Pedro es uno de los ejemplos de superación de la adversidad más duros que conozco. A los 18 años le comenzaron a brotar unos dolores horribles en la cabeza, "como si me atravesaran con un clavo ardiendo". Se lo trataban como dolores habituales, lo que no le quitaba el sufrimiento.
La soledad de la incomprensiòn general y los dolores imparables le hicieron ver a "La Bestia" de un color muy oscuro. Pronto la Bestia tomó fuerza y se cronificó.
Afortunadamente los neurólogos supieron identificar su problema: Cefaleas en Racimos o Cefaleas de Horton, uno de los dolores más fuertes que un ser humano puede aguantar sin perder la conciencia, y le recetaron oxìgeno.
El oxígeno tornó el color de La Bestia a un negro más verduzco ya que era capaz de abortar el dolor. Pero pronto aparecerìa la incertidumbre al salir de casa. El oxígeno le daba la seguridad de que el dolor se paliaría. Además, a él no le gustaba sufrir sus dolores delante de personas, era un momento muy íntimo, el sufrimiento personificado.
Las ganas de viajar, de salir y de divertirse se estremecen cuando tienes un dolor acechándote en cualquier esquina. Pero Pedro se dio cuenta de que "lo peor de la enfermedad no es el dolor, sino las limitaciones que te pones por el miedo al dolor". Aprendió a vivir sus momentos sin dolor como si fuese un privilegiado y a aceptar las crisis como parte de su vida.
Nunca le faltó el apoyo de su familia y su mujer. Es muy duro ver a un familiar sufrir tanto y no poder hacer nada para remediar la enfermedad, pero el soporte emocional es muy importante y, gracias a él, al oxígeno, a otras medicaciones para paliar el dolor (sumatriptan, aunque tiene grandes efectos secundarios), pero sobre todo al poder de su mente, Pedro ha logrado "aprender a convivir con La Bestia", "antes la odiaba, ahora forma parte de mí". Nunca hubiese sido el mismo sin ella.
La Bestia le tuvo muchos años en cautiverio, pero en estos momentos Pedro está viviendo un amanecer que se atreve a observar desde fuera de su cueva.
La Bestia es verde, como la esperanza y el sol irradia energìa y fuerza para afrontar las crisis sin dejar de disfrutar los colores del alba. El poder de la mente es mágico, Pedro es un ejemplo de ello.
Laurita Mazapán