El artista chileno Roberto Matta está considerado unos de los últimos representantes del surrealismo más académico, disciplina artística que sigue viva tanto en pintores como en fotógrafos o escritores. Arquitecto, pintor y poeta, en las primeras décadas del siglo XX viajo por Europa conociendo a todas las figuras del Arte europeo de aquellos años, desde Picasso a Bretón, Lorca o Dalí entre otros, y colaborando en revistas, aprendiendo y practicando de los nuevos movimientos artísticos de la época. Tras su primer viaje por la Europa artística que giraba sobre París principalmente se marcha a New York en donde amplió sus exploraciones artísticas relacionándose con Jackson Pollock entre otros. Vuelve a Europa y se asienta en Italia pero sin dejar América de sus viajes y trabajos.
Roberto Matta fue Premio Príncipe de Asturias de las Artes en el año 1995 y trabajó también el vídeo, el diseño de muebles e interiores, muy reconocidos trabajos en murales y algunos pequeños trabajos literarios. Su universo cósmico con manchas que perfilaba con maestría se componía de figuras imaginadas dentro de su espíritu libre y a la vez surrealista puro, dentro de un surrealismo que se movía hacia la abstracción.
Al final de la II Guerra Mundial elabora paisajes y figuras cada vez más monstruosas; como seres humanoides y torturados presentes en sus trabajos desde entonces. Su pintura se convierte en casi literatura, nacida de de los signos y desarrollada en el dinamismo de la acción pictórica. Pequeños seres monstruosos, mitad hombre y máquina, realizan sobre el lienzo su baile grotesco. Su sentido profundo es la crítica de la irracionalidad de la tecnología y de la sociedad moderna.
La obra al óleo que vemos arriba es del año 1986 y Roberto Matta la tituló: "Munda y desnuda, la Libertad contra la Opresión"