El arte debe consolar a los perturbados, heridos, nerviosos, idos, desmotivados, simples, normales, cabreados, cazadores de nuevos aires, miradores de lo raro, sensibles, suaves, amantes del amor, luchadores de la habitual.
Y debe perturbar a los cómodos, a los ricos del dinero, a los violentos de pensamiento, a los censores, a los brutos, a los tontos bien formados, a los incultos que leen mucho, a los enfermos de normalidad, a los que siempre ríen por sentirse los dueños, a los poderosos infelices.