Luego un agorero, de esos asquerosos que siempre tenemos cerca, me dijo que no, que prender fuego a la casa de los abuelos no garantizaba que lográramos acabar con el pasado, que para eso hay que morirse antes y rezar no sé bien qué jaculatoria. Siempre hay envidiosos a los que les parece mal todo lo que hagas por intentar ser más feliz.
Lo curioso es que cuando más altas eran las llamas… algo que nunca he entendido bien… vino la Guardia Civil y me detuvo. Estoy escribiendo un nuevo futuro lejos del viejo pasado, pero desde la cárcel por haber prendido fuego al pueblo. No lograron entenderme pues son todos unos zotes.