Las playas han perdido a las personas y han ganado la natural fuerza del otoño brioso. Nada que objetar, pues los que molestamos al ambiente somos nosotros cuando saturamos los espacios.
Ya no quedan tiempos para el descanso lúdico, sino para repensar de qué somos capaces para mejorar todo esto, si queremos que algo deje de empeorar por nuestra responsabilidad abusiva.
Sobran las sombrillas artificiales y los maderos cómodos para llegar al agua sin pisar la arena. Llega el agua con su fuerza y sus espumas cabreadas.
La comodidad deja paso a lo natural. Lo llaman en estos lugares otoño, en otros las tormentas de septiembre. En los más escogidos "Los quita meriendas".
La comodidad deja paso a lo natural. Lo llaman en estos lugares otoño, en otros las tormentas de septiembre. En los más escogidos "Los quita meriendas".
Siempre es lo habitual, aunque lo anunciemos todos los años como las tormentas brutales. Los brutos somos nosotros.