Esta obra del artista canadiense Don Bergland y titulad "El escepticismo" se ha podido ver en el CAC de Málaga en una exposición titulada "El silencio de la eternidad" y forma parte de una serie de obras impresas con tintas pigmentadas sobre lienzo, tras crear sus cuadros de forma digital.
Don Bergland crea arte surrealista puro y actual, en donde de forma teatral mueve a sus personajes hacia preguntas incómodas que tiene que ver con la inmortalidad, con el papel que cumplimos o no en esta sociedad, con lo que nos atrapa o retiene, lo que nos sorprende y asusta.
Juega digitalmente con sus decorados, sus luces y sombras, sus gestos y complementos, hasta lograr que el conjunto final hable y se exprese en silencio, para que sea el espectador quien intente responder lo que parecen preguntar los personajes.
Como en cualquier buena viñeta de humor, juega con pocos elementos, pocos personajes distintos, y muchas preguntas, muchas dudas, mucha acidez en sus planteamientos silenciosos. Parecen temas inocentes, fáciles, infantiles, parecen juegos de humor, pero en el fondo se esconden verdades filosóficas, dudas de la existencia.
Si miramos esta obra podemos preguntarnos muchas cosas. Por ejemplo si nosotros somos las ovejas, que parece claro que sí. Y que estamos casi adorando a un poder falso que nos atrapa por sus posiciones y sus vestidos. Estamos viendo el teatro del Poder y nos quedamos absortos con el escepticismo contundente de saber o no saber si adorar a quien tiene lo elementos para ser respetado (traje, corbata, elegancia) aunque le falta la cabeza de pensar.
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This work by the Canadian artist Don Bergland and entitled "Skepticism" has been seen at the CAC in Malaga in an exhibition entitled "The silence of eternity" and is part of a series of works printed with pigmented inks on canvas, after creating your pictures digitally.
It is pure and current surrealism, where in a theatrical way it moves its characters towards uncomfortable questions that have to do with immortality, with the role that we fulfill or not in this society, with what traps or holds us, what surprises us and scares.
Play digitally with their sets, their lights and shadows, their gestures and accessories, until the final set speaks and expresses itself in silence, so that it is the viewer who tries to answer what the characters seem to ask.
As in any good humorous vignette, he plays with few elements, few different characters, and many questions, many doubts, a lot of acidity in his silent approaches. They seem like innocent, easy, childish themes, they seem like games of humor, but deep down they hide philosophical truths, doubts of existence.
If we look at this work we can ask ourselves many questions. For example, if we are the sheep, it seems clear that we are. And that we are almost worshiping a false power that traps us by their positions and their dresses. We are watching the theater of Power and we remain absorbed with the overwhelming skepticism of knowing or not knowing whether to adore someone who has the elements to be respected (suit, tie, elegance) even though he lacks the head to think.