Nos podemos ver con los cachivaches de los andadores, sentados ya agotados ante la vida, y en cambio rodeados de libros elegidos por los que saben elegir para sus beneficios, y obligados a tener que pensar. Nada hay peor que ser obligados a pensar de forma programada.
Y siempre vigilados por el ojo metálico al que no se le escapa ni una. Además de abrir el libro y disimular como que lees, debes aprender lo que te digas que leas. Aunque llevas taca taca.