Pintar es como escribir. Y tal vez si entendemos esto, entenderemos mejor la pintura de todo tipo.
Pintar es escribir con los dedos, con pinceles, con color. Y es también crear un lenguaje propio con el que te pones a escribir historias.
Hablamos con lo que pintamos, sobre una superficie limpia, vacía. Y escribimos con formas y colores lo que nos está sucediendo, utilizando unas palabras que no siempre son fáciles de reconocer.
Podemos escribir con pintura de forma frenética, loca, absurda, vaciando nuestras sensaciones.
O podemos escribir con pincel fino los detalles de un rostro o de un paisaje, para explicar con formas y líneas lo mismo que haríamos en un relato.
En todos los casos son huellas personales del autor. Son historias que salen de dentro como una novela o un cuento. Y no hay que entenderlo siempre.