Nadie duda de que el papel del fotógrafo es estar en el momento oportuno con la cámara preparada. Ni tampoco nadie duda del papel de los pararrayos para evitar que estos caigan descontroladamente sobre la calles, los edificios o las personas. Si sumamos ambas posibilidades podemos obtener una imagen como esta que me llega desde Tokio sin saber con claridad quién es el autor, y que nos envía @Atrus desde sus lejanías.
La tormenta es de ayer mismo, y se avisó con tiempo por todos sus medios locales de comunicación, lo que facilitó que todos estuvieran pendientes del cielo.
La belleza natural no tiene tamaño, y a veces ni capacidad de controlar los miedos.