A la hora de convertir o de tener una imagen en blanco y negro tenemos casi infinitas posibilidades en ese cambio, en esa transformación del color total hacia el único color que no siempre tiene que ser negro. Nunca debemos disparar la fotografía en modo blanco y negro aunque lo permita nuestra cámara fotográfica, pues estamos dejando en manos de sus procesos de inteligencia artificial esa transformación. Luego en nuestro laboratorio digital es donde según los colores, el contraste, la fuerza que deseemos dar a la imagen, cuando debemos cambiar el modo para adaptarlo a nuestros deseos.
Podemos dar más o menos importancia a unos colores de la imagen, pero también podríamos cambiar e intercalar partes de los canales, modificar contrastes, tonos o detalles o virar el resultado final hasta obtener lo que buscamos. Incluso podemos realizar varios cambios distintos y decidir al final cuál es el que se adapta más a lo que buscamos.
Y además al disparar en color siempre nos queda el disparo básico o maestro, para seguir diciendo sobre sus posibilidades de color o de fuerza.
El ejemplo de arriba ha sido elegido con muy pocos colores para que observemos que incluso en estos casos se pueden lograr con simplemente el cambio de modo, muchas variables posibles.