Si juntamos en la misma mirada los viejo y lo nuevo, la juventud y la ancianidad, resulta chocante el contraste y algo penoso los condicionantes de los cambios del tiempo. Todos evolucionamos, nos izamos los unos sobre los otros tapando las luces y abriendo sombras.
Algo sobrevivirá, otro tiempo se irá haciendo viejo poco a poco. No nos podemos imaginar qué sustituirá a la juventud de cristal y acero, pero en 100 años todos calvos incluidos esos edificios tan novedosos.
Tic, tac, tic, tac. Los tiempos ya se están moviendo para la gallardía de lo joven.